El mármol es una piedra natural que se caracteriza por su textura suave y su brillo natural. Su color varía dependiendo de los minerales presentes en su composición. Debido a su porosidad, el mármol puede ser susceptible a la absorción de líquidos y manchas, por lo que requiere de un cuidado y mantenimiento adecuados para mantener su aspecto y calidad a largo plazo.

• Limpiar y retirar el polvo del mármol todos los días.
• Para limpiarlo, utilizar una mopa, esponja o paño suave humedecido con agua templada. Evitar a toda costa los limpiadores abrasivos y vinagre, y nunca utilizar cloro.
• No utilizar detergentes con sosas.
• Si es necesario, utilizar jabón neutro sin aroma y con la espuma limpiar la superficie y secarlo inmediatamente con un paño húmedo, enjuagando el mismo en repetidas ocasiones las veces que sea necesario. Una vez limpio secarlo con un paño seco.
• Si hay un derrame líquido o alimento, limpiarlo cuanto antes para que no se absorba y no genere manchas.
• Después de limpiarlo o tras haberlo mojado o humedecido, no dejar que se seque al aire, secarlo con otro paño seco. De esta forma la superficie mantendrá su aspecto lúcido por más tiempo.
• Si se necesita retirar restos secos, utilizar cepillos con cerdas muy suaves o blandas para evitar que se raye, y posteriormente limpiarlo con trapo húmedo y uno seco simultáneamente.
• Evitar poner objetos calientes directo al mármol, en su lugar, utilizar paños o bases para depositar encima los objetos calientes.
• Si el mármol ha perdido su brillo y desea que lo recupere, consultar con profesionales que sepan cómo pulirlo.
• Asegurarse que la estancia donde esté el mármol se encuentre bien ventilada para evitar que la humedad se filtre y aparezcan manchas de moho.
• Evitar golpes fuertes y caídas en la superficie, para evitar que pueda agrietarse.